viernes, 21 de diciembre de 2018

CORAZONES VIOLENTOS


Gandhi dijo que no puede haber paz en el mundo, si no hay paz en tu corazón.
Hay que reconocerlo, albergamos violencia en nuestro corazón. Es feo, lo sé. Pero es la verdad. Ese conductor que se altera exageradamente por el conductor de delante que no ha puesto el intermitente y ha girado. Esa madre que chilla como una loca diciendo cosas irrepetibles. Ese jefe que abochorna innecesariamente a un empleado. Esa maestra que se irrita por las voces de los niños y da la clase enfurruñada. Y cien mil millones de ejemplos más, de éstos, los poco trascendentes (o al menos en principio, poco trascendentes).
Luego existen los que son cada vez más y más trascendentes, que culminan con la muerte, con matar a alguien.
Recientemente el caso de Laura Luelmo, asesinada vilmente por un hombre que ya había asesinado en el pasado, y que ya gozaba de haber salido de la cárcel.
También hace poco, una mujer que discutía con su pareja y lanzó a un cachorro de perro desde un quinto piso, causándole la muerte. La pareja tenía una orden de alejamiento de ella, pero no la respetó.
Hace solo unos días, un miembro de la policía dispara un tiro a la cabeza de una perra cuyo amo, un chico que vende pulseras y vive en la calle, porque ladraba y consideró que estaba en peligro mortal.
La violencia se educa. No hay ni un solo niño que haya nacido violento. 
Los psicópatas, a pesar de tener una justificación cerebral para su comportamiento, también se educan en la violencia porque en su entorno de niñez, sus actos agresivos y violentos, se califican de normales, porque se suelen hacer. Que metió el gato en el congelador, bueno, son cosas de niños. Que después cortó el rabo al perro, bueno, es un chico difícil. Que le corta la cabeza a las muñecas de su hermana pequeña, bueno, se tienen celos entre ambos, es normal.
La palabra clave es normal.
Cuando se normaliza, es decir, se hace corriente, una actitud anómala, anormal, peligrosa, violenta...ya se va instaurando en la mente colectiva, y todo el mundo lo ve como si fuera algo natural. Pero no lo es.
La violencia se educa. La violencia surge de la frustración porque las cosas no son como yo quiero. Porque nadie me enseña como enfrentarme a la frustración y vencerla.
La violencia nace de la rabia que me provoca la frustración y de hacer algo: pegar una patada, romper alguna cosa, pegarle a alguien, o a un animal...y sentir por un instante, alivio de esta rabia y de esta frustración.
El cerebro busca el placer desesperadamente. Se agarra a lo que le da placer. 
El cerebro necesita repetición para que se instale un comportamiento. Si al tener rabia, pego una patada a mi perro, y eso me alivia la sensación tan devastadora de la rabia y me pasa más veces y lo vuelvo a hacer... estoy enseñando a mi cerebro a buscar placer con la violencia. Y si en mi entorno no hay ninguna persona que me señale que eso no está bien, que no es ético, que al final me hará daño, no me entero. Si además observo comportamientos parecidos en ese entorno, empezaré a creer que es completamente lógico que lo haga así. De este modo me convierto en un yonki de la violencia, es decir, de la química que acompaña al acto violento y me domina.


Se dice que los cuervos son aves de mal agüero, o sea, que presagian desgracias. En este casi veinteavo año del siglo veintiuno, en lugar de un cuervo, tendríamos que colocar a un hombre, el ser evolucionado más destructor de vida que existe, por ahora.
La mujer le sigue pero muchos puestos más abajo. Quizás las reinvidicaciones de igualdad lleven a generaciones futuras a tener que colocar en la foto a un hombre y a una mujer. Confiemos en que no, y para que nuestra confianza no fracase, hagamos algo ahora, en la distancia que abarcan nuestros brazos. Pongamos paz, emanemos paz (antes habremos tenido que desarrollarla en nuestro interior), hagamos actos pacíficos. No sé tú, pero yo a lo largo de los años he aprendido a experimentar la vida más desde la paz que desde la frustración, y me ha venido fenomenal. ¿Te animas tú a probar? ¿Quieres ser tú también un agente pacífico de cambio? H A Z  A L G O.... (o no, que para eso eres un ser libre)