lunes, 1 de junio de 2015

¡UBUNTU!






Ubuntu es una regla ética sudafricana enfocada en la lealtad de las personas y las relaciones entre éstas. La palabra proviene de las lenguas zulú y xhosa. Ubuntu es visto como un concepto africano tradicional (De wikipedia).
El origen y el significado original es el siguiente:
Actitud mental prevaleciente entre los nativos del extremo sur de África, surge del dicho popular "umuntu, nigumuntu, nagamuntu", que en zulú significa "una persona es una persona a causa de los demás."
Actualmente:
 Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.

Desmond Tutu.
 Afirman, desde Ubuntu: "Yo soy y porque somos nosotros".
Es una actitud muy difícil de mantener en una sociedad occidental, como la nuestra, donde campa a sus anchas el neoliberalismo del siglo XIX.
En la revista digital El Ciudadano, se escribe:

"El economista chileno Manfred Max-Neef reniega de una economía neoliberal para la que los seres humanos son “irrelevantes” y que, en su opinión, “mata más gente que todos los ejércitos juntos”.
Galardonado en 1983 por los Right Livelihood Award, considerados Premios Nobel alternativos, Max-Neef se pregunta, en una entrevista con Efe con motivo de su estancia en Galicia, si los altos índices de suicidio en países como, por ejemplo, España, se pueden considerar “asesinatos de un sistema perverso”.
La perversidad de la economía neoliberal radica en que “no entiende el mundo y, además, los seres humanos son irrelevantes. Lo relevante son los indicadores macroeconómicos, el PIB… lo que le haya pasado a las personas no importa”, afirma.
Max-Neef atribuye a “la estupidez”, en su opinión lo único que distingue al ser humano de los animales, el hecho de que no haya “un solo preso” entre todos los “sinvergüenzas” que provocaron la crisis económica de 2008, y de que se siga apostando por el mismo modelo vistos los resultados.
“¿En este momento hay algo que no sepamos que no hay que hacer? Todos lo tenemos perfectamente claro”, proclama el catedrático por la Universidad Austral de Chile, quien comulga con la denuncia del Papa Francisco de que uno de los mayores problemas de la humanidad es “la globalización de la indiferencia”.
Max-Neef critica “el lenguaje del miedo” utilizado por los economistas, al igual que los diferentes credos religiosos, con los que los compara, y sus “dogmas indiscutibles”, que no se basan, afirma, en “fundamentos empíricos ni científicos”.
Se remite a los mensajes “catastrofistas” sobre el peligro de quiebra de los bancos si no se les rescata y al caso paradigmático de Islandia, del que “poco se ha hablado”, en su opinión, no fuera a ser que originara “un efecto contagio”.
Max-Neef cree “absurdo” y un “disparate descomunal” que en pleno siglo XXI la economía se rija por “ideas neoclásicas del siglo XIX”, y que de entre todos los que se consideran gurús del ramo nadie vaticinó “la catástrofe” de 2008.
Según el economista chileno, aquellos colegas que se consideran científicos deberían actuar como tales y plantearse buscar alternativas cuando ven que “fracasa su teoría”, y sin embargo estos “insisten en más de lo mismo”.
Como contrapunto a la corriente económica dominante, quien fuera candidato a la presidencia de Chile en 1993 por Los Verdes promulga un modelo “al servicio de las personas”, a las que se debe vincular el desarrollo y no a los objetos; donde el crecimiento no sea sinónimo de desarrollo y no precise necesariamente del mismo.
Explica que su teoría casa con el concepto sudafricano de “ubuntu”, el de la interrelación de las personas, frente a la concepción “mecánica” de la economía, en la que “se llega al extremo de que la solidaridad es vista como un acto irracional”.





Para mí, está claro que las personas podemos evolucionar hasta este concepto solidario. Muchísimas querrán seguir como estamos, porque no les da la mente ni el corazón para ver mas allá de sus narices. Pero tienen, igual que todos, la libertad de escoger qué es lo que quieren para sus vidas. 
Se trata de poder transmitir los valores de esta manera de vivir, ganar-ganar, a las nuevas generaciones. Una filosofía de vida dónde lo esencial es el respeto por toda vida. Que cada acto individual, influye en la colectividad. Que hay cosas que están mal: como matar y gozar del sufrimiento ajeno. Que la guerra jamás ha resuelto nada de verdad. Que los agentes de cambio somos las personas y que el poder económico y los lobbys no son nada frente al poder colectivo.
¿Cuántos años tardaremos en avanzar?
Ningún año, porque ya estamos avanzando.
Insistir, persistir, desde la alegría y conectados a nuestra voluntad de hierro.



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